Por tercer año consecutivo Jaruku nos llevó a su pueblo a dar una vuelta
en bici. Lo de la vuelta ya es una excusa, porque a lo que vamos es a
comernos unos gazpachos. Y es que este plato manchego nos conquistó
en 2015 en La Ventica, nos enamoró
en 2016 en Los Cuchillos y en 2017 ha vuelto a conquistarnos. Y eso a pesar del frío que pasamos antes de llegar a la mesa.
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9.30 de la mañana, a los pies del Castillo de Almansa |
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Una foto en un momento que salió el sol. Al fondo la Sierra del Mugrón |
Es un lugar bastante indómito y solitario, de una belleza áspera. La sensación aún es mayor cuando la niebla cae sobre nosotros, bajando la temperatura y aislándonos de todo ruido exterior.
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El llanero solitario a lomos de Silver |
El rato antes de almuerzo se hace duro, hasta que llegamos a la carretera. En línea recta y sin subidas, la recorremos durante 6 kilómetros hasta llegar a Alpera. Allí hacemos un alto en el camino para almorzar. En el bar "El cazador" la especialidad es manitas de cerdo a la brasa. Cuando se enteran Gonzalo e Iñigo se ponen a temblar de emoción, como la Bella y la Bestia.
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Las manitas de cerdo, una delicia para los muy carnívoros |
Después de este almuerzo salen pedaleando del bar y no hay quien los alcance. Los 25 kilómetros hasta Almansa los hacen en un suspiro, a mí me cuesta más ¿será porque no he comido manitas? Además me está entrando hambre, pensando en los gazpachos. Llegamos al restaurante la Ventica a las 15.30, menos mal que la señora nos está esperando con todo preparado.
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La señora poniéndonos el caldero de gazpachos en la mesa |
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Gonza y yo a punto de morir de gusto |
Tras la comida, el paseo por la presa más antigua de Europa (de 1584) y su pasarela flotante sobre el agua nos deja muy buen sabor de boca. Y es que este pueblo tiene mucho que ver, para volver año tras año. Y aún no hemos subido nunca al Castillo!! Jaruku, del año que viene no pasa.
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Felices al atardecer en el Embalse-. |
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